28 de febrero de 2014

Cuentos para no dormir la siesta


Admito que el título es algo engañoso, ya que el libro que comentaré no son cuentos de terror o que den miedo. Lo que no quita que, atrapados por la fascinación de las palabras, no se quiera ni cabecear, para no perder detalle.


Por Jaime Clara

El rap de la morgue y otros cuentos es el último libro de la escritora Claudia Amengual (Montevideo, 1969).  Con una destacada trayectoria como novelista -recibió en 2006 el premio Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la Universidad de Guadalajara y la Feria del Libro de esa ciudad por su novela Desde las cenizas- este es el primer libro que reúne relatos más breves, aunque tan ambicioso como un libro de largo aliento. Es que escribir cuentos tiene sus reglas y sus desafíos creativos. El cuento debe ser contundente en el, relativamente, breve espacio con el que se cuenta. Lo que se narra, la historia, debe ser clara, concisa, precisa. Julio Cortázar, que fue un maestro en todo lo que hizo, y en el terreno de los cuentos aun más, dijo que en “el combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knockout.” Esta es parte de la fascinación de los cuentos, lo que significa un compromiso mucho mayor para el escritor.

Como lo explica la propia autora en el prólogo de este libro que se encuentra en las librerías uruguayas, aunque curiosamente, fue editado en Estados Unidos,  “los nueve cuentos que conforman esta selección fueron escritos entre 2001 y 2012. Algunos de ellos integran por separado diversas antologías y otros ven la luz por primera vez. (…) Con sorpresa descubrí que durante una década la muerte había sido un tema recurrente en mi escritura y me pareció un asunto con la universalidad suficiente como para constituir un eje de reflexión. El tema, claro, no es nuevo. Si acaso hay alguna pretensión de originalidad está en una manera particular de concebirlo y narrarlo a través de historias inventadas. Ese es el encanto de la ficción. Al leerlos en conjunto me doy cuenta de que escribir sobre la muerte es una forma de celebrar la vida”

No se trata de historias negras o policiales como suele ser la moda literaria de estos tiempos. Son historias de gente común, fácilmente identificable con el lector. Parejas desparejas, hombres y mujeres que viven la vida como pueden o como se la dejan, personas con luces y sombras y con problemas como tenemos todos.

Algunos de los cuentos tienen pinceladas de humor negro, o transcurren en escenarios comprometidos con la realidad social, por ejemplo en el que cuenta una historia derivada de la crisis económica del 2001, u otros con tal intensidad en el relato que obliga al lector a apurarse para saber de qué manera se resuelve ese relato que Amengual realiza con mucha calma, brindando los detalles necesarios para que ningún detalle quede librado al azar.

El rap de la morgue y otros cuentos es una muy bienvenida novedad porque acerca al lector de Claudia Amengual, un estilo que hasta ahora no estaba publicado en libro. Para quienes jamás la leyeron, puede significar la mejor puerta de entrada para conocer una de las voces más versátiles que tiene la literatura uruguaya de los últimos tiempos. En una entrevista, hace algunos años, cuando se le consultó sobre los rasgos salientes de su estilo, Amengual respondió que “corrijo hasta el cansancio mientras busco la sencillez de la expresión. Trato de apelar a una brevedad elocuente, donde pocas palabras digan mucho y, sobre todo, donde sea posible establecer un juego con el lector que vaya llenando los espacios que la historia deje. También me preocupa la música interior del texto, su ritmo, es decir, que suene bien. Y, último, pero no menos importante, intento que mi escritura sea amena, que el lector quiera volver a ella. Si logro hacer pensar y entretener a la vez, ahí está mi premio.” Con estos nueve cuentos, Claudia Amengual logra lo que se propone.

CLAUDIA AMENGUAL. El rap de la morgue y otros cuentos. Ediciones La pereza. Miami, 2013. 122 pags.  390 pesos

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